Hermoso texto lleno de intersticios y de entradas y salidas inesperadas. De alguna manera, me recuerda las sorpresas peatonales de Caracas, que si no fuera porque en cada esquina aguarda un tipo pertenenciente a la raza de caudillos armados que describe Héctor Torres en su última crónica, es una ciudad fascinante, si no de caminar, al menos de “ser caminada”. Saludos, L.
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